Los lugares abandonados sufren el deterioro de dos maneras distintas. Por un lado está es desgaste natural que produce el tiempo y la desatención. Por otro, nos encontramos con el vandalismo, que ejerce sobre las cosas un poder destructivo mucho mayor que el envejecimiento
La destrucción voluntaria y premeditada gana cuerpo en los sitios abandonados. La rotura de vidrios ya es un “clásico”; pero no lo es todo. Los graffitis, el saqueo y los incendios, contribuyen al deterioro acelerado. Una extraña voluntad destructiva se apodera de la gente y un deseo de “dejar huella” se apodera de ellos. Surge de una necesidad (misteriosa) que encuentra la rotura de objetos "un placer" muy singular, y que jamás entenderé. Ayudan a sabotear aquello que el abandono sabotea por sí mismo. Y cuanto más roto está el lugar, más se rompe y se saquea...
Reportaje realizado por:
-- Pablo Rodriguez S. --
Fotografías © Olvidado y decadente™
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