Los primeros habitantes del castillo que se conocen fueron la familia Humbert de Sesagudes o del Montseny, que lo habitaron durante el siglo XI. A finales de este siglo, el castillo fue posesión de Guisa de Sesagudes, la cual estaba casada con Bernardo Gausfred. Sus descendientes tomaron el nombre de señores de Palafolls...
Guillem de Palafolls se vendió el castillo en 1381. Lo compró Pedro III el Ceremonioso, que un año más tarde lo vendió a Bernat IV de Cabrera, consiguiendo así el control total de la jurisdicción del castillo.
Durante la guerra de los Remences el castillo fue ocupado por las tropas del navarro Bertran de Armendaris, que inicialmente era partidario del príncipe de Viana. En 1471 se cambió de bando y por ello el monarca le confirmó como señor de Palafolls. A su muerte el castillo pasó a manos de Fradique Enríquez, almirante de Castilla, que estaba casado con Ana de Cabrera, heredera del vizcondado.
Se accede a él por una única puerta, formada por un arco de medio punto adintelado y que tenía un rastrillo con movimiento vertical, habituales en la segunda mitad del siglo XIV.
Luís Enríquez de Cabrera vendió los vizcondados de Cabrera y Bas a Francisco de Moncada y de Cabrera, conde de Aitona y de Osona y senescal del Reino de Aragón, 1574. Un siglo y medio más tarde, en 1722 , el castillo pasó a manos de los duques de Medinaceli, para la boda de la última miembro de la familia Moncada con el heredero del ducado castellano. Hasta el año 1861 los Medinaceli reclamaron derechos hereditarios sobre Palafolls, pero finalmente en 1880 el castillo se incorporó a los bienes del Estado.
El castillo actual es el fruto de diversas ampliaciones que se fueron haciendo desde finales del siglo X, momento de su construcción, hasta bien entrado el siglo XIV, en que se hace la gran ampliación hacia poniente.
Apenas cruzamos la puerta, a nuestra izquierda podemos ver los restos de una sala alargada, dividida en dos naves mediante arcos, que aún se conservan.
Cerca de la puerta de entrada encontramos la antigua cisterna. Se trata de una estancia cubierta con una bóveda de cañón. No se conoce la utilidad de las ménsulas que hay en los muros laterales.
A la salida de la cisterna encontramos una escalera, reconstruida modernamente. Esta nos Conduce ta la iglesia del castillo.
Esta ha sido profundamente reconstruida. Fue construida a finales del siglo XII o principios del XIII.
El ábside no tiene planta completamente semicircular por la parte exterior, ya que está integrado en la muralla.
En un sector más elevado encontramos el resto de dependencias del recinto superior, las que se consideran más antiguas. Se accede a ellas por una pequeña puerta, reconstruida en las restauraciones del siglo pasado.
Esta estancia tenía una ventana con dos bancos, del tipo llamado "festejador", que se corresponderían a un añadido posterior. Desgraciadamente el estado de conservación es muy deficiente.
Tiene planta aproximadamente rectangular, con dos espacios bien diferenciados: el recinto inferior y el soberano.
El sector soberano tiene planta poligonal irregular. Se encuentra ubicado en el sector sureste.
El recinto inferior se extiende al oeste del recinto superior. Está centrado por un gran patio de armas del siglo XIV.
El flanco de poniente está formado por varios baluartes, que protegían el castillo, especialmente al recinto superior, de un ataque directo.
En su extremo más occidental se alza una gran torre, que aún conserva parte de la bóveda de cañón con que se cubría el nivel intermedio.
En este sector se conservan los restos de lo que podría ser una torre. En sus muros encontramos sillares dispuestos de tal manera que nos recuerda el Opus spicatum. También conserva dos almenas en la parte superior de uno de sus muros.
El resto de dependencias de este sector están totalmente en ruinas, conservándose sólo algunos fragmentos de muros en pie.
LA LEYENDA DEL BURRO DE ORO:
El castillo de Palafolls tiene una leyenda, según la cual resulta que al ser abandonado e irse convirtiendo en ruinas, quedó enterrado su tesoro, donde destacaba un valioso burro de oro macizo.
Este tesoro sólo se puede sacar del Castillo la noche de Navidad cuando las campanas tocan las doce, con la condición indispensable de ser bien lejos antes de la última campanada.
Han sido muchos los que han intentado apoderarse del tesoro, pero el gran peso del oro siempre ha hecho que no se llegue más allá de la muralla antes de la última campanada. Entonces el oro que transportaban como tesoro se convertía en piedras y rocas.
Vídeo:
Reportaje realizado por:
-- Pablo Rodriguez S --
Fotos y vídeo © Olvidado y decadente
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What a place of wonder. So many interesting elements to be seen. So much history in one place. Thank you for sharing with us.
ResponderEliminarIn addition I have this place very close, and often to disconnect from the city traffic noise of cars etc, I go to the castle, climb and enjoy the views and the stillness up there.
EliminarThanks for coment! Regards Gwen
Pablo que bonito, gracias 👏
ResponderEliminarMuchas gracias 😊 un gran saludo
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